Encaje de Bruselas

Encaje de Bruselas

‘Encajando’ la historia.

Aunque los expertos no se ponen de acuerdo en cuanto al origen exacto del trabajo manual con el encaje, ya que se ha tendido a englobarlo con la confección de otros tejidos hechos a mano como los bordados, una gran parte de las fuentes coinciden en situarlo alrededor del siglo XIII, proveniente de oriente y cuya técnica fue inmediatamente adoptada en tierras venecianas. Sin embargo, no encontramos los primeros escritos sobre el famoso encaje de Flandes hasta el siglo XV. 

Con el aumento de la demanda de encaje, este trabajo que había empezado siendo una tarea doméstica de algunas mujeres, empieza a ser un trabajo que necesita de toda una cadena de producción y comercialización. En Bruselas la fabricación de encaje no se circunscribe sólo al ámbito doméstico, sino que se convierte en la tarea principal de escuelas, conventos, orfanatos y otras instituciones caritativas, con mención especial a los beaterios. Ahora también familias enteras e incluso niños se dedican por completo a su confección, con unos ingresos sin embargo mísero.

Los encajes de primera calidad de hilo de lino, los más caros y más estimados por su finura, gusto, variedad, primor y hermosura del dibujo son los de Bruselas.

No se realizan con una sola y misma mano, como es regular en los encajes de palillos, sino que una oficiala hace el fondo, otra las flores y así todo lo demás. Los hilos están apropiados a cada parte del trabajo: al fabricante toca saberlos elegir, así como repartir o distribuir el trabajo.

El dibujo es el primer objeto a que ha de atender el maestro para variarlo continuamente y no ejecutar uno mismo dos veces, salvo cuando lo piden explícitamente; desprender las flores picándolas con un millar de alfileres para facilitar a las oficialas la percepción del dibujo y ponerlas en disposición de ejecutarlo con exactitud.

El punto, cuya malla sencilla presenta un fondo igual, sólido y fino, se usa con mayor generalidad que la esterilla o pasillo formado por cuatro hilos en figura de ojo de perdiz. El fondo de Malinas, de escamas, con ojos y sin ellos. Finalmente, todos estos puntos varían infinitamente y por lo general se les llama obras de moda: se emplean en los encajes de Bruselas con un gusto exquisito y un arte con más o menos perfección, de acuerdo a la inteligencia del fabricante que lo dispone.

Las flores de los encajes de Bruselas están guarnecidas o rodeadas de una especie de cordoncillo fino y regular.

En el siglo XVII y XVIII la producción de encaje alcanza su apogeo, sinónimo de riqueza y refinamiento su uso se extiende por todos los ámbitos, pasa a decora vestimentas religiosas, militares y todo tipo de menaje del hogar.

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